lunes, 22 de febrero de 2016

El rey justo


En un reino pequeño, el Rey era reconocido por ser un hombre justo y compasivo; en aquellos tiempos se había establecido una ley muy especial, y el castigo por violar esta ley era recibir 40 azotes. El reo que tenía que ser azotado era atado a una columna donde se le descubría toda la espalda y el ejecutor desde una distancia segura lo azotaba con un azote de cuero que tenían en las puntas unas pequeñas bolitas de metal recubiertas con púas y al tirar el azote las bolitas se incrustaban arrancando la carne.
Por lo general, una persona con un estado corporal débil moría antes de que finalice el castigo. Mientras que las personas con estado corporal fuerte sobrevivían pero terminaban con toda la espalda desgarrada, hasta el punto de verse los huesos.
Un día la madre del Rey fue quien cometió ese delito, fue juzgada y sentenciada. Por este hecho surgieron dos tipos de opiniones entre el pueblo. Unos decían: “El Rey es justo, va a dejar que su madre reciba el castigo por el delito”, otros decían: “Como el Rey ama a su madre y la va a perdonar”.
Llegó el esperado día del juicio en donde todos los ciudadanos se juntaron en la entrada del palacio para ver cuál iba a ser la decisión del Rey. El Rey estaba presidiendo el juicio y cuando presentaron las pruebas en contra de su madre, tuvo que dar la sentencia: “Aten a esta pecadora en la columna”, dijo.
Por un lado los ciudadanos decían: “el Rey, si es justo”, y por otro lado hablaban mal acerca del rey: “¿Cómo es posible que vaya matar a su propia madre?”
Mientras los soldados llevaban a la madre hacia la columna, el Rey se levantó en silencio, se sacó su corona y empezó a desvestirse, bajó y caminó hacia donde estaba su madre quien temblaba de miedo. La abrazó por su espalda quedándose con ella y dijo: “¡Azoten a esta pecadora!”
El verdugo al ejecutar la orden, ¿A quién creen que golpeo? Fue el Rey quien recibió el castigo, porque a pesar del delito cometido no podía dejar que ella recibiera el castigo. El Rey amaba de gran manera a su madre, pero también debía ser justo al mismo tiempo. Lo único que Él podía hacer era recibir el castigo en lugar de ella.
Esta historia se asemeja al gran amor y la justicia de Dios, al estar sentenciados a un castigo eterno, El bajó de su trono en forma de hombre para ponerse en nuestro lugar como lo dice: Isaías 53:5 “Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz, fue azotado para que pudiéramos ser sanados.” Merecíamos la muerte por nuestros pecados pero a cambio Cristo pagó el precio y con ello nos da paso a tener una relación intima con Dios, y de disfrutar las bendiciones que él ofrece.
¡Tenemos un valor incalculable, porque valemos la sangre de un Rey!
Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Soraida Fuentes

martes, 16 de febrero de 2016

El Codice de Alepo declarado tesoro de la humanidad

La biblia hebrea más antigua del mundo fue declarada tesoro de la humanidad, tiene una antiguedad que se remonta al 930 AC, y se cree que las copias de los Antiguos Testamentos actuales provienen de ella.


Christian Post informa que el manuscrito, llamado el Códice de Alepo, se ha añadido a El Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO, una lista de los descubrimientos más importantes en la historia humana.

Se informó que hay 190 páginas que faltan y se cree están pérdidas.
En la década de 1960 la comunidad judía de Alepo, demandó a la gente que trajo el Códice a Israel. … Las autoridades israelíes decidieron confiscar este artículo y, a continuación, desde una posición de fuerza, la fuerza de la comunidad llegó a un acuerdo”, ha dicho Dabach.

El manuscrito fue sacado clandestinamente de Siria y llevado en Israel en 1958. Se ha alojado en el Museo de Israel desde mediados de la década de 1980.

lunes, 15 de febrero de 2016

Jesús en el corazón de un niño

“Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”Lucas 15:24

Mañana en la mañana abriré tu corazón le explicaba el cirujano a un niño. Y el niño interrumpió: -¿Usted encontrará a Jesús allí?
El cirujano se quedó mirándole, y continuó: -Cortaré una pared de tu corazón para ver el daño completo.
Pero cuando abra mi corazón, ¿encontrará a Jesús ahí?, volvió a interrumpir el niño.
La Biblia bien claro dice que Él vive allí. Las alabanzas todas dicen que Él vive allí....
¡Entonces usted lo encontrará en mi corazón!

El cirujano pensó que era suficiente y le explicó:
Te diré que encontraré en tu corazón: Encontraré músculo dañado, baja respuesta de glóbulos rojos, y debilidad en las paredes y vasos. Y aparte me daré cuenta si te podemos ayudar o no.
-¿Pero encontrará a Jesús allí también? Es su hogar, Él vive allí, siempre está conmigo.
El cirujano no toleró más y se fue. Se sentó en su oficina y procedió a revisar los estudios del niño y pudo ver: aorta dañada, vena pulmonar deteriorada, degeneración muscular cardiaca masiva. Sin posibilidades de trasplante, difícilmente curable.
Pronóstico: tomó una pausa y en tono triste dijo: muerte dentro del primer año. Y - ¿Por qué? Pregunto en voz alta ¿Por qué hiciste esto a él? Tú lo pusiste aquí, tú lo pusiste en este dolor y lo has sentenciado a una muerte temprana. ¿Por qué?
Dios le respondió: El niño, mi oveja, ya no pertenecerá a tu rebaño porque él es parte del mío y conmigo estará toda la eternidad.
El cirujano empezó a llorar terriblemente, pero sintió aun más rencor, no entendía las razones. Y replicó:
Tú creaste a este muchacho, y también su corazón ¿Para qué? ¿Para que muera dentro de unos meses?
El Señor le respondió: Porque es tiempo de que regrese a su rebaño, su tarea en la tierra ya la cumplió.
Hace unos años envié un hombre con dones de doctor para que ayudara a sus hermanos, pero con tanta ciencia se olvidó de su Creador.
Así que envié a mi otra oveja, el niño enfermo, no para perderlo sino para que regresara a mí aquella oveja perdida hace tanto tiempo.
El cirujano lloró y lloró inconsolablemente. Días después, luego de la cirugía, el doctor se sentó a un lado de la cama del niño; él niño despertó y murmurando rápidamente preguntó:
-¿Abrió mi corazón? Si - dijo el cirujano-¿Qué encontró? preguntó el niño
Tenías razón, encontré allí a Jesús.
Dios tiene muchas maneras y formas diferentes para que tú regreses a su lado, usa personas, circunstancias, pruebas para hacerlo.
No te resistas, tal vez en estos momentos estás atravesando un desierto, es hora de que corras al encuentro de tu Padre.
Mira a tú alrededor y todo lo que está pasando, encontrarás a Jesús allí.
“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” Lucas 15:20


Telma Céspedes

jueves, 11 de febrero de 2016

El mensaje


Cuentan que hace muchos años hubo un rey que dijo a los sabios de la corte: “Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes y quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo”.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos que podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total era otra cosa y por más que pensaron y buscaron no pudieron encontrar nada.
El rey tenía un anciano sirviente que también había servido a su padre. Cuando la madre del rey murió este sirviente cuidó de él y por lo tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también le consultó. Y éste le dijo: “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente. Una Vez llegó un invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje - el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey -. Pero no lo leas - le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación”
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Cuando estaba solo, huyendo de sus numerosos enemigos, llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: en frente, había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y ni pensar en volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos acercándose cuando se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía "ESTO TAMBIEN PASARA".
Mientras lo leía sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.
El rey se sentía profundamente agradecido por aquellas palabras que habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes y un gran banquete. El rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: “Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje”.
-¿Qué quieres decir? - preguntó el rey -. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
-Escucha - dijo el anciano - este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido y el rey pudo terminar de comprender el mensaje y entendió que nada es permanente.
Si estás pasando por momentos difíciles confía en Dios y en que Él tiene un plan para tu vida en este momento de dificultad. Él quiere enseñarte algo pero necesitas estar dispuesto a creer y a ver más allá de tus circunstancias actuales. Así que, aunque no entiendas lo que sucede, glorifica su nombre.
Si ahora estás en uno de los mejores momentos de tu vida, no olvides que Dios es el autor de las bendiciones que recibimos y que toda la gloria y la horna le corresponden a Él. No te olvides de Dios por estar en un momento de dicha.

“En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre”.
Salmo 44:8

Que todo lo que vivamos, por muy pasajero que sea, pueda dejar una enseñanza en nosotros e ir perfeccionándonos hasta que sea completada Su obra en nosotros.
Ana María Frege Issa

lunes, 8 de febrero de 2016

Pagar el precio


Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. Génesis 22:1-3

Cuando leemos este pasaje, seguramente nos suena muy fuerte, como después de todo lo que esperó Abraham, Dios le pide su único hijo, el de la promesa y además teniendo en cuenta que Dios le había dicho que sería padre de multitudes. Pareciera no tener sentido, pero la fe de Abraham era tan grande, que creía que aún si sacrificaba a Isaac, Dios era poderoso para resucitarlo.
Dios tenía preparadas naciones para que salieran de la descendencia de Abraham, pero previamente hacía falta una prueba más, la de su fe, obediencia e integridad. ¿Sería capaz de entregar a su único hijo y ofrecerlo a Dios?
Muchas veces, estudiando la vida de determinadas personalidades, ya sean deportistas, o bien alguien dedicado al arte y que seguramente admiramos por su destreza, podemos ver cuántos precios han tenido que pagar, para alcanzar el lugar que hoy desempeñan. Conozco el caso de un futbolista, que tuvo varias lesiones de larga recuperación, una vez festejando un gol, se le cayó una pared encima por lo cual se fracturó su pierna, luego tuvo pérdidas de familiares muy queridos. Varias veces, el periodismo dio por terminada su carrera, pensando que la historia de su vida había concluido, pero siempre volvía a la actividad y seguía alcanzando logros cada vez mayores.. Cuantas veces habrá pensado en dejar todo, cuantos lo dieron por perdido, cuantos momentos de soledad y tristeza, sin embargo superar cada vez que superaba una dificultad, eso significaba alcanzar un nuevo nivel, agregar una meta cumplida a su historia.
En el ámbito espiritual, también vemos siervos con ministerios exitosos, pero cuando nos adentramos en las profundidades de su historia personal, vemos cuantos momentos difíciles, de crítica, incomprensión, frustración, seguramente pensando en su interior en dejar todo, sin embargo al poder pasar estos tiempos, pudieron alcanzar las promesas de Dios para su vida.
En el ámbito académico, vemos como algunos jóvenes, tienen que pasar "privaciones" en cuanto a salir o acostarse tarde, porque necesitan prepararse para sus exámenes. Luego se los puede ver ejerciendo su profesión y hasta alguien irreverentemente puede decir "que suerte que tiene" pero obviamente no es cuestión de suerte, sino de precios que estuvo dispuesto a pagar. Precios de constancia, privaciones, determinación para lograr su meta.
Si hay cosas que te cuestan, o estás a punto de bajar los brazos, o quizás hasta te comparas con otros que a tus ojos son mas exitosos que tú, recuerda que hay precios que pagar, al igual que Abraham, después de la prueba, viene un nuevo nivel de bendición que Dios te quiere dar. No temas en pagar el precio, porque grande es la recompensa.


Daniel Zangaro

jueves, 4 de febrero de 2016

Dios pago un gran precio por ti


Cuentan que un joven fue a buscar al viejo maestro del pueblo para pedirle un consejo.
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... y luego de una pequeña pausa el anciano prosiguió: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-Encantado, Maestro- respondió el joven, un poco desconcertado por la respuesta y sintiendo que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.
-Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó: -Toma el caballo que esta allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un utensilio de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro, así podría habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Cuando llegó hasta el anciano le dijo: Maestro, lo siento, no se pudo conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
-Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro- Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con el anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-¡¡58 monedas!! Exclamó el joven.
- Sí, replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.
Muchas veces nosotros estamos buscando la aceptación de los hombres, buscamos que nos den el lugar que merecemos. En ocasiones hasta nosotros mismos desconocemos el valor que tenemos. Sin embargo, el Creador sabe de nuestro verdadero valor y el potencial que tenemos porque hechura suya somos.
No permitas que la opinión de nadie te lastime, desaliente o te aleje del verdadero propósito de tu vida, fuiste creado para grandes cosas que Dios preparó desde hace mucho tiempo atrás para ti.
Recuerda que sólo el experto sabe el verdadero valor de una joya valiosa y única; sólo Dios sabe tu verdadero valor.
“Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás“ Efesios 2:10 (NTV)

Ana María Frege Issa

miércoles, 3 de febrero de 2016

Fuego extraño


“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del SEÑOR fuego extraño, que El no les había ordenado. Y de la presencia del SEÑOR salió fuego que los consumió, y murieron delante del SEÑOR! Levítico 10:1-2
Estos dos muchachos eran hijos del sacerdote Aarón. Dios les había dado una orden para presentarse delante de Dios, y también para presentar su ofrenda, ya que ellos no podían presentar cualquier cosa, pero no lo tomaron en enserio, y entregaron “Fuego extraño”, en otras palabras, entregaron “Cualquier Fuego” menos el que Dios había mandado, y esto no agrado a Dios.
Entonces Moisés dijo a Aarón: Esto es lo que el SEÑOR habló, diciendo: ``Como santo seré tratado por los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado. Y Aarón guardó silencio.” Levítico 10:3
¿Cuántas veces hemos entregado a Dios cualquier ofrenda? con tanta falta de temor, haciendo las cosas con quejas, cuántas veces hemos usado las palabras “Aunque sea…” y entregamos un trabajo o un examen mediocre, o sabiendo que tenemos que renunciar a algo porque sabemos que no le agrada a Dios, decimos “solo por esta vez, Dios sabe…” entonces no estás tomando en serio a Dios.
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” Hebreos 12:28-29
No olvides que Dios es ¡Santo, Santo, Santo! Y que se merece lo mejor. Entonces, si tienes gratitud por todo lo que ha hecho en tu vida, trátalo como se merece, y con el valor que como sus hijos debemos darle. El temor a Dios, no es lo mismo que tener miedo, es una reverencia por el amor y admiración que le tenemos. Aquella que sólo podemos entender si sabemos quién es Dios.
“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.” Deuteronomio 10:12
Shirley Chambi