La Biblia es muy clara en cuanto al hecho de que todo lo que un cristiano haga, aún sea comer o beber, debe hacerlo para la gloria de Dios (1Cor. 10:31). En Col. 3:17 Pablo dice algo similar: “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre”.
Es obvio que el uso del Facebook no puede estar fuera de ese principio rector de la vida cristiana. Todo lo que hacemos, de palabra o de hecho, debemos hacerlo en el nombre del Señor Jesús, es decir, dentro del marco de Su autoridad soberana y con el propósito de honrarle a Él.
Pero ¿cómo podemos usar el Facebook de tal manera que ese propósito se cumpla? Antes de responder esa pregunta de forma positiva, permítanme compartir algunas preocupaciones que tengo con respecto al uso de las redes sociales.
La primera tiene que ver con la buena mayordomía que debemos hacer del tiempo. Toda persona que tenga una cuenta de Facebook sabe lo fácil que resulta perder horas y horas en esa maraña de amigos, posteando fotos (y viendo las que cuelgan los demás); y, por supuesto, leyendo los comentarios.
Si hay alguien que debe valorar el tiempo es un cristiano. Tenemos muchas cosas importantes que hacer y no tenemos todo el tiempo del mundo para hacerlas. Por eso la Biblia nos manda a redimir el tiempo: “Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor” (Ef. 5:15-17).
Perder el tiempo es una necedad que una persona sabia debe evitar a toda costa. Y, definitivamente, el uso de las redes sociales representa un enorme peligro en ese sentido si no estamos alertas.
Otro peligro del Facebook, más sutil pero igualmente dañino, es que promueve el narcisismo. El Diccionario de la Real Academia define el narcisismo como: “Excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras”. Otra acepción es: “Hombre que cuida demasiado de su adorno y compostura, o se precia de galán y hermoso, como enamorado de sí mismo”.
Yo no estoy diciendo que todo el que hace uso del Facebook es un narcisista, pero es indudable que se trata de un instrumento que puede convertirse fácilmente en un vehículo de auto promoción.
Hasta hace relativamente poco tiempo, sólo las celebridades veían sus fotos en los medios masivos de comunicación o daban a conocer lo que pensaban. Pero con la llegada de las redes sociales cibernéticas, cualquiera puede comportarse como una celebridad, colgando cientos de fotos de todas sus actividades, convirtiéndose así en su propio paparazzi, o dando a conocer a medio mundo cómo se siente hoy.
Entiendo que el Facebook es un medio para ponerse en contacto con amigos en lugares lejanos, y que el deseo de ver una foto actual de alguien que uno aprecia es perfectamente legítimo. Pero creo también que es muy fácil traspasar la línea de lo que es legítimo y apropiado.
Otro problema del Facebook es que, si bien nos ayuda a mantener el contacto con otros, también puede fácilmente remplazar las relaciones personales por relaciones cibernéticas a distancia. Es más fácil postear un comentario debajo de una fotografía que dar de nuestro tiempo para ayudar a alguien en necesidad, o discipular a un nuevo creyente, o simplemente estar allí cuando un amigo nos necesita.
Por demás está decir que mucha de la información que se cuelga en Facebook es de carácter público y que tus fotos y comentarios pueden revelar más de lo que deseas. Alguien dijo una vez: “Yo nunca me había dado cuenta de lo mucho que se divertían mis amigos sin mí (¡y cuán a menudo lo hacen!), hasta la llegada del Facebook”. Antes de postear algo pregúntate el efecto que puede tener en otras personas, para que no causes tropiezos innecesarios.
Sin ánimo de legislar sobre otros, aquí les dejo algunos consejos prácticos en cuanto al uso del Facebook:
- No permitas que el uso de Facebook se interponga en tu vida devocional (tu tiempo a solas con Dios); te recomiendo que no lo abras hasta haber tenido esa cita con el Señor a través de la lectura de Su Palabra y la oración (Mt. 22:34-40).
- No permitas que el uso del Facebook te impida dedicarte a la lectura de buenos libros (Sant. 4:17).
- No permitas que el uso del Facebook sustituya tus relaciones humanas y el servicio a otros (Gal. 5:13-14). ¿Qué sentido tiene estar al tanto de lo que hacen otras personas a través del Facebook, si no tenemos siquiera la gentileza de ponerles atención a aquellas que tenemos a nuestro lado?
- Nunca tomes tiempo de tus responsabilidades laborales para navegar por el Facebook, a menos que tenga que ver con tu trabajo (Col. 3:22-24).
- Mantén a raya tu curiosidad. No debemos ceder a la tentación de querer saber en qué anda todo el mundo. Pablo se opone tajantemente a las mujeres jóvenes que “aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando de cosas que no convienen” (1Tim. 5:13). Este principio se aplica igualmente a los hombres, independientemente de la edad.
- No permitas que el Facebook te alimente el consumismo. Una hermana me decía hace poco cómo algunas mujeres se ven tentadas a comprar ropa nueva, “ya que comentan que no pueden ir con el mismo vestido a una actividad porque ya ese vestido salió en Facebook”.
- A la hora de colgar una foto, recuerda el principio de la modestia cristiana (1Tim. 2:9-10). Cierta ropa que puede ser apropiada para usarla en la privacidad de tu hogar, no necesariamente es apropiada para que todo el mundo la vea en tu muro del Facebook.
- Cuando escribas un comentario, recuerda que no tienes ni idea de quiénes van a leerlo. Pregúntate cómo puede ser interpretado por personas que no conozcan el contexto en que estás haciendo ese comentario a un amigo o amiga.
- Si vas a colgar fotos de algún evento, como tu cumpleaños por ejemplo, pregúntate si algunos pueden sentirse mal al saber que no fue invitado a la fiesta (antes del invento de las redes sociales cibernéticas eso no era un problema).
10.Al hacer uso del Facebook, recuerda lo que Pablo dice en Ef. 5:15-16: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.
Sugel Michelen
Fuente: Ayuda Pastoral.
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