viernes, 15 de abril de 2016

Tome aliento tu corazón

Aliéntese tu Corazón
Como seres humanos somos buenos cuando se trata de hacer, de buscar soluciones y resolver. Nos enseñaron que nuestro futuro está en nuestras manos y que lo que ocurra con este dependerá simple y llanamente de lo mucho o poco que trabajemos por las metas y sueños propuestos. Sin embargo, no parecemos estar igual de preparados para cuando las cosas, a pesar de nuestro esfuerzo no salen bien, cuando las circunstancias se salen de nuestras manos y no importa lo duro que luchemos, sencillamente no podemos alcanzar aquellas cosas con las que soñamos o mejor esas promesas que Dios nos regaló en su palabra. Es allí entonces cuando el Salmo 27:14 nos da una idea de cómo manejar estas situaciones.
Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. Salmo 27:14
En esta ecuación parece que el orden de los factores es definitivamente importante. Primero debemos aguardar a Jehová, es decir buscar su voluntad, pedir su guía y esperar a que nuestro Padre Celestial; conocedor de todas las cosas, no solo de tus capacidades sino de tu pasado y futuro; te muestre los planes que tiene para tu vida, así que antes de gastar cantidad de energía en cosas que no darán resultado, busca la asesoría y dirección de tu creador. Luego viene la parte en la que somos expertos, una vez conoces los planes de Dios para tu vida, entonces esfuérzate, se valiente, no te canses, no te rindas, trabaja, y cuando llegue ese momento en que no ves los resultados que esperabas, cuando las cosas no salen como tu deseabas y parece que Dios se equivocó en lo que te dijo, no le permitas al desanimo llegar a tu vida, antes dice el salmo que te alientes, que no desmayes, que no desfallezcas, recuerda que con Dios no vivimos por lo que vemos, sino por lo que sabemos y tu certeza debe ser que Dios va delante de ti, que Él es quien abre o cierra puertas y que los resultados dependerán siempre de la soberanía de Dios. Debemos aprender a hacer nuestra parte y confiar en que Dios hará la suya, como lo hizo Abraham quien vivió esperando esa promesa de que sería padre y confió aunque su cuerpo estaba casi muerto y su esposa era estéril. Rom 4:20 “Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios tenía poder para cumplir lo que había prometido.” (NVI). Por lo tanto el último punto es descansar, confiar y esperar, este es el mejor momento para Dios mostrarte que es soberano, y poderoso para responder a tu esfuerzo y oraciones y a la vez es tu mayor oportunidad para demostrarle a Dios que no confías en tus fuerzas ni en tus capacidades sino en su señorío, promesas y amor hacia a ti.
Por lo tanto consérvate fiel a tus tareas y a Dios, espera en el Señor con Fe, oración y humilde sujeción a su voluntad. Llénate de valor y coraje. Confía en Dios, conserva tu ánimo aun en medio de dificultades y peligros, permítele a tu corazón reposar en Dios, y no dejes que nada te mueva. Aquellos que esperan en Dios tienen motivos para estar confiados a pesar de las circunstancias.
Isaías 26:3, “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.

Fuente you versión.

lunes, 11 de abril de 2016

Detrás de la tormenta

Romanos 8:18

Todos los días, cuando me dirijo a mi trabajo, puedo apreciar cuando el sol se pone. Es un paisaje maravilloso y se ha convertido en un recordatorio de las misericordias de Dios. Siento que El está ahí cuidándome y que ha preparado un nuevo día pensando en mí. Cuando miro el sol puedo estar tranquila porque sé que Dios estará conmigo todo el tiempo.
Pero hoy al llegar a la carretera pude apreciar que todo estaba muy nublado. Aunque tenía la expectativa de ver el sol como siempre, recordé que una tormenta se aproximaba a nuestra ciudad, por lo tanto lluvias, fuertes vientos y el cielo nublado es el pronóstico para la semana. Pensé entonces que no iba a ser imposible ver el sol, en medio de tantas nubes y una tempestad. Efectivamente fue así, debido al clima mi visibilidad se nubló, los nubarrones cubrían completamente el lugar donde antes solía divisar mi regalo, sin embargo; seguí mirando con más detenimiento y pude apreciar que aún en medio de las espesas nubes, los rallos del sol se abrían espacio para llegar hasta mi.
Esto me recordó aquellos momentos en mi vida donde parece que no puedo ver a Dios. La tormenta es tan fuerte que Dios no es tan visible como en situaciones más alegres y menos turbulentas. Sin embargo, aquellos rayos de luz me permitieron entender que inclusive en aquellos momentos de dificultad y problemas, situaciones en las que sencillamente no estoy esperando ver a Dios, porque todo parece en contra y las circunstancias parecen callarlo u opacarlo; aún puedo ver que El sigue obrando – detrás de las nubes- pero sigue obrando.
Entendí que la tormenta no removió el sol, simplemente lo ocultó de mi vista. Igual ocurre con los problemas, ellos no pueden destronar a Dios, El continua en su lugar, la tormenta solo me impide verlo. En ese momento no puedes girar y creer que Dios no existe o que dejó de cuidarte, de ninguna manera, lo que necesitas es mirar con más detenimiento, te va a costar un poco, pero si lo haces vas a poder ver aquellos rayos aún en medio de la tormenta recordándote que Dios no se ha ido y que hará todo lo posible para atravesar aquella tormenta y llegar hasta ti.
Durante todo el camino no pude ver el sol en su esplendor, y sé que la tormenta durará un par de días más, pero una vez pase, podré mirar de nuevo al cielo y lo veré allí. Pero mientras tengo este cielo gris, nubes, preguntas, temor e incertidumbre, voy a confiar que en poco volveré a disfrutar de un sol radiante.
¿Puedes confiar tú también que esos tiempos de dolor, tristeza y preocupación van a pasar? ¿Te atreves a creer que en un tiempo esta situación será tan solo un recuerdo más? Claro que puedes hacerlo y con certeza, porque Dios así lo prometió en su palabra. Toma un tiempo para mirar con detenimiento y observar los rayos de Dios alcanzándote aún en medio de la tormenta.


Dilean Cañas