Hay una diferencia entre los creyentes y los discípulos, los primeros van a la iglesia se sientan a escuchar la Palabra y después se van a sus casas y continúan con sus vidas sin cambios. No dejan que el poder del Espíritu Santo modifique sus vidas, no entregan sus corazones por completo al Señor. Al creer en el Señor y confesarlo con nuestra boca somos salvos, y empieza el proceso de santificación por medio del Espíritu Santo.
Rom 10:9 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”
Cuando venimos al Señor creemos en el evangelio y aceptamos la salvación por fe en su nombre, se produce un nuevo nacimiento, pero si no nacemos de nuevo nos quedamos estancados y no crecemos, nuestra fe se vuelve hueca y vacía, nos convertimos en personas religiosas, pero Dios nos llama a una nueva vida.
Isa 29:13 “ Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;”
La palabra creer, tiene un significado más profundo del que nosotros imaginamos. Si le preguntas a cualquier persona si cree en Dios responderá que si, pero la Palabra de Dios dice que “los demonios también creen y tiemblan” Stg 2:19 . Pero creer en Jesucristo no significa solamente estar de acuerdo con lo que oímos de El. Creer en Jesús es obedecer , a su Palabra y practicarla en nuestra vida cotidiana. El discípulo practica las enseñanzas de su maestro.
Mat 7:21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”
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