martes, 15 de diciembre de 2015

En el vientre del gran pez

El profeta Jonas escapó de la presencia de Dios y término siendo arrojado al mar y tragado por un pez. Muchas veces en situaciones de la vida en que no encuentro la salida ore al Señor, y me pregunte si existía algún relato bíblico que ilustrara mi situación, cuando leí el libro de Jonas, me di cuenta que allí estaba lo que buscaba.
Desde el momento en que Jonas dio la espalda a Dios, empezó a unirse en la desesperanza y la depresión, en su corazón el quería morir, por eso en medio de la tempestad en ese barco rumbo a Tarsis el descendió hasta la parte baja de la nave y se echó a dormir, no era porque estaba cansado, más bien estaba depresivo.
En el capítulo uno de Jonas, los marineros se dan cuenta que algo anda mal, hasta llegar a la conclusión de que uno era el culpable de sus problemas y ese era el "dormilón" Jonas, finalmente el mismo sugiere a los marineros echenme al mar, otra vez Jonas buscaba la muerte.

No hay peor cosa que dar la espalda a Dios, y no este de acuerdo con lo que El nos manda. Lo más grave es que el primer efecto de la desobediencia es la tristeza la desesperanza, y la depresión. Esto sucede porque el principio del pecado es la rebelión, y el fruto del pecado es muerte, que no significa fin de la existecia, sino separación de Dios. Lo mismo ocurrió cuando Jesús se hizo pecado por nosotros en la cruz, sufrió la separación de Dios, y Jesús clamó: Padre mío porqué me has abandonado?
Pero Dios es misericordioso, y preparó un pez que trago a Jonas, una vez más el pensó este es el fin. Primero pensó "moriré ahogado", luego dijo "moriré dentro de este pez", y nada de eso paso.

Aveces Dios prepara un gran pez, para tragarnos y dejarnos allí hasta que el decida, y nos encontramos allí, sin salida, en la oscuridad, en el peor lugar, y pensamos : todo término, llegó el fin.
Muchas veces pase por situaciones similares, sin ver la salida, sólo oscuridad, sin saber cual sería mi futuro, que pasarían, triste, solo, abandonado.
La biblia dice que Jonas oro desde el vientre de ese pez, y eso era lo único que podía hacer : ORAR.
Aveces cuando ya no quedan más esperanzas, cuando todos nos abandonan, cuando no podemos salir por nuestros propios medios, lo único que nos queda es ORAR.
Jonas se dio cuenta que no podía huir de Dios, y oró pidiendo perdón, reconociendo que ya no tenía más que hacer, sino volver la mirada hacia el Señor y esperar en el, que Dios venga a su encuentro.
Así un día cuando partamos de este mundo estaremos en esa situación, y Dios vendrá a nuestro encuentro. Jesús dijo que la única señal que daría a los hombres era la del profeta Jonas, el estuvo tres días y noches en el vientre de ese pez, y Jesús fue tragado por la muerte tres días y la tumba no lo pudo retener, resucitó el Señor y vive por los siglos de los siglos!

Todos pasamos en algún momento, por el vientre del gran pez. Puede ser una circunstancia que parece imposible de pasar, allí es donde tenemos que clamar a Dios, como lo hizo Jonas en el capítulo dos de su libro.
En su oración dice: el que sigue vanidades ilusorias tu misericordia abandona. La misericordia es un favor inmerecido, si no fuese por la misericordia de Dios que sería de nuestra vida?
Cuando estemos en el vientre del gran pez, y reconozcamos que sólo dependemos del amor de Dios, y oremos, Dios mandara al gran pez que nos vomite en tierra, aquello que nos parecía el fin, Dios lo uso para hacernos bien, porque nos ama y nunca nos privara de sus misericordias.

Jonás 2
1  Y oró Jonás desde el vientre del pez á Jehová su Dios.
2  Y dijo: Clamé de mi tribulación á Jehová, Y él me oyó; Del vientre del sepulcro clamé, Y mi voz oiste.
 3  Echásteme en el profundo, en medio de los mares, Y rodeóme la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.
4  Y yo dije: Echado soy de delante de tus ojos: Mas aun veré tu santo templo.
 5  Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; La ova se enredó á mi cabeza.
 6  Descendí á las raíces de los montes; La tierra echó sus cerraduras sobre mí para siempre: Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.
 7  Cuando mi alma desfallecía en mí, acordéme de Jehová; Y mi oración entró hasta ti en tu santo templo.
 8  Los que guardan las vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan.
 9  Yo empero con voz de alabanza te sacrificaré; Pagaré lo que prometí. La salvación pertenece á Jehová.
 10  Y mandó Jehová al pez, y vomitó á Jonás en tierra.

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