lunes, 19 de mayo de 2014

La incredulidad como enemiga de las promesas de Dios

2Reyes 7:1-2
Eliseo le respondió: —¡Escucha el mensaje del SEÑOR! Esto dice el SEÑOR: “Mañana, a esta hora, en los mercados de Samaria, tres kilos de harina selecta costarán apenas una pieza de plata* y seis kilos de grano de cebada costarán apenas una pieza de plata”.*
El funcionario que atendía al rey le dijo al hombre de Dios: —¡Eso sería imposible aunque el SEÑOR abriera las ventanas del cielo! Pero Eliseo le respondió: —¡Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!

Este pasaje nos deja ver cuál es la paga de la incredulidad. La palabra de Dios viene proféticamente, y nos confronta con con la realidad que vivimos, esta en nosotros recibir la bendición o rechazarla, todo depende de nuestra confianza en Dios.
Cuando el Señor Jesús resucitó, durante cuarenta días se apareció a sus discípulos, pero en esas apariciones, uno de ellos llamado Tomas no había participado, por lo tanto no creía a las declaraciones de sus hermanos. Todos pasamos por momentos de incredulidad, la incredulidad es lo contrario a la fe, y cuando hay incredulidad no hay presencia de Dios.
 Hebreos 11:6  Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
La Palabra de Dios es profética, sus promesas de bendición en la obediencia, las recibimos por fe, en la vida cotidiana tenemos que ejercer la fe en la Palabra de Dios. Cuando vamos al médico y nos da un diagnostico que no es favorable, ¿Cuál es la actitud que tomamos? Creemos en lo que el medico dice, y dudamos de la promesa de Dios?, o creemos con certeza que” por sus llagas fuimos sanados”?
Cuando estamos pasando por pruebas y se prolonga el tiempo de la aflicción, nuestra fe se debilita, y caemos en la visión natural de las cosas, se hace más difícil creer en lo sobrenatural de Dios, y recibir sus bendiciones, obedecer sus demandas. El profeta le decía a un pueblo que padecía hambre, al punto que las mujeres de la ciudad, tenían en mente comerse a sus propios hijos, que al día siguiente comerían en abundancia, trigo y cebada. En este caso el funcionario del rey le parecía imposible de cumplirse la palabra que anunciaba el profeta, y declaro: “aun si Dios abriera ventanas en el cielo esto sería posible”.
Cuando estamos incrédulos declaramos, fracaso, derrota, incredulidad. Y eso es lo que recibimos. Por eso Jesús dijo mas de una vez: conforme a tu fe será hecho.
Hoy esta palabra nos exhorta a librarnos de toda incredulidad, por mas difícil que sea la situación, tenemos una promesa de Dios para cada dificultad, una promesa de bendición, y tenemos que tener fe, creer en contra de todo pronóstico humano, que será como Dios dice. El funcionario del rey termino sin disfrutar la bendición, la vio venir pero no pudo tomarla, su falta de fe lo mato. Como esta nuestra fe? No sea que no podamos, alcanzar las bendiciones de Dios a causa de la incredulidad.

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